Vivir con crédito o sobrevivir sin él
Gastos hormiga y comportamientos que los agudizan
Abordar el tema del endeudamiento y el crédito puede alterar el ánimo de los ecuatorianos. Eso es lo que revelaron los grupos focales del Estudio de

Educación Financiera

de la Fundación CRISFE. “Los participantes se vuelven más reservados”, aseguran los moderadores. Es más, según la encuesta levantada en el mismo estudio a 2.500 hogares, el 70% de estos se preocupa “mucho” por las deudas, siendo esta la categoría máxima en la escala de evaluación. Los segmentos con mayor poder adquisitivo, no obstante, afirman que el endeudamiento es “necesario para crecer” pero sin dejar de lado la frecuente connotación negativa de considerarlo “un mal necesario”.
Continuando con la serie de artículos de la

Fundación CRISFE

, este artículo presenta los resultados de las actitudes de los ecuatorianos con respecto al endeudamiento o crédito en relación al peso de la deuda en el

presupuesto de los hogares

, las fuentes a las que acuden cuando necesitan un préstamo o los motivos para solicitar crédito al chulco, entre otros.
¿Cuántos, dónde y por qué?
El estudio indica que son más los hogares endeudados que aquellos libres de deuda. Al momento de ser encuestados, 55% de los hogares aseguraba estar endeudado. Además, 40% respondió afirmativamente cuando se le preguntó si había solicitado un crédito en el último año para cubrir gastos. Por otro lado, 2 de cada 10 hogares posee
tarjetas de crédito
, aunque son pocos los que las usan.
Varios son los determinantes de la probabilidad de
endeudamiento
de una familia y el tener hijos es uno de ellos. En función de la composición del hogar, se observa que es más frecuente que un hogar con hijos esté endeudado que aquellos sin hijos. Dentro del primer grupo, un 59% de los hogares poseía una deuda al momento de responder a la encuesta, mientras que para los hogares sin hijos la proporción cae a 50% y a 47% para las personas independientes. Tener hijos conlleva ciertos gastos, o también puede afirmarse que los hijos impulsan decisiones costosas como adquirir una vivienda propia, comprar un carro más grande, o asegurar el sostén de la familia invirtiendo en un negocio propio.